Por: Henry Córdova Bran
Hace aproximadamente 70 años César Abraham Vallejo Mendoza dejaba de existir en un hospital de París, exhalando agónicamente sus últimas palabras “Me voy a España”. “César vallejo ha muerto/ le pegaban todos sin que él les haga nada…” y sin embargo, desde entonces, cuan vivo se nos presentaba a todos nosotros. Con Vallejo uno puede decir esto de para vivir eternamente murió aquél día.
Y es que Vallejo ya nos lo había advertido en sus Poemas Humanos “hoy me gusta la vida mucho menos/ pero siempre me gusta vivir: ya lo decía” y el poeta tenía entonces tanta vida que una sola muerte física –así de simple, cosa de mortales- no podría ser su muerte definitiva “¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!”
Cómo iba a estar muerto. Vallejo no podía morir solo para morir y acabar “¿es para eso que morimos tanto?/ ¿para sólo morir,/ tenemos que morir a cada instante?” la muerte representada así por el poeta parece cosa simple, el poeta puede vencer la muerte. Vallejo no murió para sólo morir, murió para vivir. Sucede que el aedo santiaguino ya había dicho antes “sólo para morir hemos nacido” bien se podría decir entonces y bajo esa lógica poética sólo para vivir hemos muerto.
Y el poeta vence a la muerte como el combatiente de su España. Para vencerla necesita de “un ruego común: “Quédate hermano!””. Un ruego común de todos los hombres de la tierra. Vencer la muerte amando tanto, tal la lección del poeta. En Masa todos los hombres de la tierra aman tanto al combatiente que éste emocionado incorporóse lentamente y echa a andar. Vallejo en cambio ama a todos los hombres de la tierra y echa a nadar.
Porque para Vallejo era el hombre el fin supremo “pelear por todos y pelear/ para que el individuo sea un hombre, /para que los señores sean hombres/ para que todo el mundo sea un hombre/…”
Cómo iba pues a morir este hombre a quien le pegamos todos sin que él nos haga nada. Quizá por esta razón Juan Gonzalo Rose se refirió en alguna oportunidad al poeta como “César Vallejo el crístico” haciendo clara referencia a Cristo, a la condición de Cristo. Entonces, vivir como un cristo, morir como un cristo, resucitar como un cristo.
César Vallejo ha muerto. Se nos dice en este poema que Vallejo sólo muere si está solo “Jueves será, porque hoy, jueves, que proso / estos versos, los húmeros me he puesto/ a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo”. Sin embargo estamos todos aquí rodeados de Vallejo, cielo Vallejo aire Vallejo, sierra y agua Vallejo. Cómo iba a morir pues, este hombre, si está viviendo, desde luego, con su muerte querida y su café…
“Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga, /porque, como iba diciendo y lo repito, / ¡tanta vida y jamás! ¡Y tántos años,/ y siempre, mucho siempre, siempre siempre!